En la investigación tecnológica y científica la precisión se convierte en un valor a tener en cuenta para obtener unos resultados rigurosos y fiables. Uno de los laboratorios que tienen como finalidad conseguir esa precisión, pero en lo visual, es el Laboratorio de Microscopía de la Universidad de Málaga.
Foto de portada: David, Gregorio y Adolfo son los técnicos del laboratorio de microscopía
Gregorio Martín, Adolfo Martínez y David Navas son los responsables de este servicio que la UMA pone a disposición de investigadores, alumnos y las empresas que lo soliciten, a fin de que puedan realizar sus proyectos con la mejor infraestructura científica posible.
Microtecnología, análisis de tejidos, estudios metalúrgicos y cristalográficos, controles de calidad, son algunas de las áreas donde tienen una especial importancia el trabajo realizado por medio de modernos equipos ópticos y electrónicos. Las micras no tienen secretos para estos técnicos y por ello, día a día, gestionan y procesan las muestras que después serán estudiadas por los investigadores.
Entre sus servicios destacan la microscopía electrónica de transmisión, la de alta resolución, la electrónica de barrido y la confocal. Para ello, disponen de un moderno equipamiento de microscopios que se adaptan a las necesidades de cada campo científico.
Dependiendo de los resultados que se necesiten y muestras que se faciliten, existen dos áreas dentro de este servicio universitario. Por una parte, la microscopía óptica, que está relacionada principalmente con la biología y la medicina. Con este tipo de técnica (microscopía de campo claro y epifluorescencia, y microscopía confocal y citometría de flujo) se toman imágenes de tejidos animales y vegetales, células en cultivo o superficie de metales, entre otros. Además, se pueden realizar reconstrucciones en tres dimensiones, lo que facilita la labor del solicitante a la hora de estudiar su muestra.
Para otro tipo de resultados, encontramos la microscopía electrónica, que se encarga de captar detalles inferiores al rango de longitudes de onda que abarca la luz. El microscopio electrónico tiene una impresionante capacidad de resolución, gracias a la utilización de electrones como fuente de luz (excitación), que le permite obtener resultados muy por debajo de la magnitud de luz visible.
Su funcionamiento se basa en tres ejes fundamentales: fuente de electrones que incide en la muestra, lentes que dirigen ese haz de electrones hacia ésta y, por último, un sistema que capta los efectos de dicho haz al incidir sobre el espécimen para visualizarlo.
En este servicio universitario podemos encontrar microscopios de dos tipos, que actúan de la forma descrita, pero con un proceso distinto: el de barrido o SEM (Scanning Electron Microscope) y el de transmisión o TEM (Transmission Electron Microscope).
El SEM tiene entre sus aplicaciones más comunes la estructura y ultraestructura de tejidos y órganos animales y vegetales, pasando por la identificación de minerales o irregularidades de piezas fabricadas en cadena. En cambio, el TEM permite una precisión aún mayor, por lo que se utiliza para la medición de escalas nanométricas. Es decir, a partir de una mínima muestra de material, se puede caracterizar todo tipo de sólidos, así como, sus transformaciones o fallas por mínimas que sean.
Instantáneas increíbles, como el diente de un chanquete o la estructura atómica de un mineral, hacen del Laboratorio de Microscopía uno de los servicios más atractivos para el alumnado. Conscientes de ello, el equipo de microscopía organiza una decena de visitas guiadas cada año para acercar a los jóvenes los secretos que se esconden detrás de lo que nuestra vista puede mostrarnos. Sin duda, es la ciencia al detalle.
En el siguiente vídeo se muestran algunas de las increíbles imágenes que se consiguen en este laboratorio: