El estudio publicado en Journal of Fish Biology describe por primera vez el caso de un tiburón dicéfalo perteneciente a una especie ovípara.
Foto de portada: Embrión del Galeus atlanticus dicéfalo. Imagen: V. Sans-Coma et al.
Hasta su reciente publicación no existía ninguna cita de un tiburón dicéfalo perteneciente a una especie ovípara, es decir, a una especie que pone huevos que no reciben el cuidado materno. El primer caso de estas características, publicado recientemente en la prestigiosa revista científica Journal of Fish Biology, ha sido descubierto y descrito por un grupo de científicos del Departamento de Biología Animal de la Facultad de Ciencias de la UMA, liderado por la catedrática Ana Carmen Durán.
El término dicefalia se refiere a hermanos siameses que presentan dos cabezas bien separadas, pero que comparten el resto del cuerpo. Si bien individuos dicéfalos se han descrito en todos los grupos de vertebrados, en el mundo de los tiburones los hallazgos de ejemplares con dos cabezas se puede decir que son escasos. Hasta ahora, todos los casos de los que existen verdaderas referencias científicas corresponden a embriones que se han encontrado de forma casual en hembras vivíparas, que alimentan a sus hijos a base de una estructura de tipo placentario, o de hembras ovovivíparas, que incuban los huevos en su interior.
Descubrimiento
El equipo de “Estudios Cardiovasculares en Vertebrados”, liderado por Ana Carmen Durán, está llevando a cabo un programa de investigación sobre el desarrollo del corazón en tiburones. Para ello disponen de huevos de hembras de olayo atlántico, Galeus atlánticus, que aún no han desovado y que han sido capturadas por barcos pesqueros.
Los huevos, mantenidos en acuarios convenientemente equipados, son translúcidos, lo cual permite seguir el desarrollo de cada embrión. El presente embrión dicéfalo se detectó de entre un total de 797 huevos, lo cual supone una incidencia de la malformación de un 0,13%. Cada cabeza poseía una boca, dos ojos, un cerebro y cinco hendiduras branquiales a cada lado, dos notocordas y dos tubos neurales. En el tronco había dos corazones, dos esófagos, dos hígados, pero un solo intestino. Las futuras aletas dorsales estaban duplicadas, pero las ventrales no.
Las causas reales de la dicefalia aún se desconocen. En el caso de los tiburones la malformación se ha atribuido, de forma especulativa, a posibles infecciones virales, a desórdenes metabólicos y, ante todo, a alteraciones del medio ambiente. También se ha sugerido que la causalidad podría ser de tipo genético.
En este contexto los investigadores señalan que el presente embrión dicéfalo se desarrolló en condiciones ambientales idénticas a las de los embriones normales. Además, saben que ningún huevo estuvo expuesto a la acción de teratógenos Todo ello viene a indicar que un desorden intrínseco, léase genético, fue la causa más plausible de la malformación.
En cuanto a la potencial supervivencia del animal, los investigadores concluyen que no es posible ofrecer un pronóstico cierto. No obstante, sí vale tener en cuenta que hasta la fecha no se encontrado nunca un tiburón dicéfalo adulto de una especie ovípara.