Analizan la relación entre inteligencia emocional y rasgos psicopáticos en centros penitenciarios

El hallazgo de causas que permitan disminuir los efectos perjudiciales vinculados con rasgos psicopáticos ha alcanzado una gran relevancia en la actualidad. En este contexto, el grupo de investigación Emoción y Cognición de la UMA ha realizado un análisis detallado de la relación entre inteligencia emocional (IE) y los rasgos psicopáticos presentes en población masculina residente en centros penitenciarios, publicado en la revista ‘The European journal of psychology applied to legal context’. 

Para llevar a cabo este estudio, se han realizado pruebas en varones internos en la Prisión Provincial de Málaga, situada en Alhaurín de la Torre. En concreto, se examinaron 63 varones adultos encarcelados, con una edad entre los 22 y los 62 años, los cuales realizaron la Prueba de Inteligencia Emocional de Mayer-Salovey-Caruso (MSCEIT) —compuesta por dos áreas que evalúan la capacidad de percibir y manipular información emocional, y la capacidad de comprensión y gestión de las emociones— y la Escala de Psicopatía autoinformada-III de 34 ítems (SRP-III) —compuesta por cuatro factores que aluden a la empatía, la manipulación, el estado de vida errático o las tendencias criminales—.

Los datos se recopilaron en una sesión, a través de entrevistas individuales dirigidas por psicólogos especialistas en el campo. La primera sesión constó de unos 60 minutos de promedio, mientras que la segunda osciló en torno a los 10-15 minutos. Por su parte, la muestra estuvo conformada por participantes que habían sido juzgados por delitos menores, tales como tráfico de drogas, infracciones de tráfico o hurto en tiendas.

Mayores rasgos psicopáticos y menor inteligencia emocional

La investigación reveló que la muestra del estudio correspondiente a los hombres en prisión tuvo una cantidad superior de rasgos psicopáticos en comparación con una muestra comunitaria, así como menores niveles de IE. Para llevar a cabo esta comparación, las muestras comunitarias  se extrajeron de sujetos pertenecientes a ndos investigaciones previas realizadas por el mismo equipo de investigadoras investigadoras (“Age and gender differences in ability emotional intelligence in adults: A cross-sectional study”;  “Spanish adaptation and validation of the 34-item self-report psychopathy scale”).

En cuanto a la relación entre ambas variables, se halló una conexión negativa que indicaba que aquellas personas con altos rasgos psicopáticos poseen una menor inteligencia emocional.

Los resultados del estudio pueden resultar de gran interés a la hora de reducir las conductas antisociales y favorecer la reintegración de la población presidiaria en el conjunto de la sociedad. De manera específica, “estos hallazgos podrían tenerse en cuenta para el diseño de programas de intervención, tanto dentro de los propios centros penitenciarios como de forma preventiva en ámbitos comunitarios. Estos programas podrían traducirse en la reducción de conductas antisociales desde una temprana edad, evitando consecuencias desadaptativas como la realización de actos delictivos”, afirma Raquel Gómez Leal, integrante del equipo de investigación.

De igual modo, la investigadora enfatiza que las intervenciones en IE en entornos penitenciarios “podrían repercutir en una disminución de conductas disruptivas que llevan a cabo de forma habitual los encarcelados, facilitando el reporte de informes individuales favorables por parte de las autoridades institucionales competentes, teniendo esto, a su vez, efectos tan importantes como la reducción de pena por buena conducta”, concluye Gómez Leal.